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      El populismo punitivo un fenómeno que degrada las instituciones del país

      Por: Juan Manuel Rodríguez, consultor junior. 

       

      En Colombia se suele pensar que los problemas que se tienen son culpa de la justicia por no impartir condenas ejemplares para los actores de los delitos, día a día vemos como los políticos, la prensa y la ciudadanía en general, muestran su descontento y el rechazo tajante frente a las actividades delictivas que ponen en entredicho la función del Estado de garantizar la seguridad a toda la comunidad política. No obstante, el cuerpo legislativo, en su afán de generar mayor aprobación y confianza, lanza propuestas que llaman la atención del electorado pero que no atacan los problemas de raíz, dichas propuestas lo único que hacen es terminar de saturar el aparato judicial y perpetuar el mal manejo de las instituciones del país. 

       

      Propuestas como la cadena perpetua para los violadores de niños, los feminicidios o la violencia intrafamiliar, son algunas de las tantas que escuchamos día a día en el seno de la rama legislativa. Estas propuestas son en su gran mayoría formuladas por los mismos políticos o articuladas con su UTL (Unidad de Trabajo Legislativo) quienes suelen pensar que a mayor condena menor tasa del delito.  

       

      Este fenómeno, que no es reciente en el país, viene desplazando paulatinamente a los expertos en materia de política criminal y a los doctrinantes del derecho penal, quienes son los encargados en poder determinar los orígenes del delito y proceder a un efectivo modelo de defensa de la sociedad. Por consiguiente, el aparato judicial se ve subordinado al populismo de una minoría que dice representar a las victimas del delito o de una que no ve garantías de no repetición en la formulación de sus condenas.  

       

      Contrario a lo que se suele pensar, el populismono resulta ser lo mismo que el populismo punitivo, por mas que los dos tengan una connotación política. El populismo puede definirse como ese brote de resentimiento contra el establecimiento, que se ve manifestado en distintos escenarios como los sentimientos, las emociones y las voces de minorías que no se sienten representadas por el aparato estatal, que piensan que ese mismo aparato segrego sus intereses a voluntad propia. 

       

      Así bien, el populismo punitivo es el reflejo ante el desencanto vivido frente a la sensación de seguridad. Este tipo de populismo llega a alimentarse de expresiones como la ira, la desilusión y el miedo ante el criminal que no tiene respeto por la justicia y las instituciones. Los políticos que apelan al populismo punitivo hacen responsable al crimen de todo lo que esta mal en la sociedad, ya bien sea desde los comportamientos de la sociedad o hasta las conductas que pueden llegar a hacer que no se acate la ley. Su discurso va encaminado a proteger a la comunidad política de los criminales, doblegándolos al cumplimiento de la ley para de esta forma rescatar los valores “correctos” que la mayoría de los ciudadanos tienen, y que, según ellos, son los óptimos para respetar la ley. 

       

      Las políticas de línea dura que mandan a los delincuentes a las cárceles y con sentencias mas largas, son las más aplaudidas por los electores. Pero este tipo de comportamientos es peligroso para la democracia y para la formulación de políticas públicas acordes a confrontar los problemas de raíz, ya que solo lleva a la búsqueda de políticas penales diseñadas solo para ganar votos en lugar de reducir los índices o promover justicia.  

       

      Con el fenómeno del populismo, cada día se les inyecta más el factor emocional a las funciones del Estado, haciendo que este deje de ser objetivo y no cumpla de manera eficiente con sus  responsabilidades. Los brotes de emociones como la ira, la decepción y la falta de confianza son mas evidentes con el paso del tiempo, y esto se debe a que la cura resulta más cara que la enfermedad. Las propuestas populistas y el fenómeno del populismo punitivo ponen en aprietos al Estado que es víctima de su propio invento. 

       

      Siguiendo la idea anterior, el populismo punitivo adquiere su máximo auge cuando se ve reflejado en una institución, que por consecuencia, empieza a tergiversar los fines de las instituciones ya existentes y a desplazar del camino a los verdaderos actores que son capaces de luchar de manera eficaz contra el crimen y la impunidad.  

       

      Lo anterior se puede evidenciar con la toma de decisiones por parte de nuestros mandatarios, ya que resulta más difícil generar políticas criminales preventivas que represivas, se invierte más en políticas represivas porque son más fáciles de diseñar, solo basta con la propuesta, la reforma o el visto bueno por parte de la sociedad en torno a una condena mayor por parte de quien comete el delito. Desafortunadamente, el Estado pretende con lo anterior hacernos ver que esta cumpliendo con sus funciones.  

       

      Como se puede ver, el populismo punitivo no solo afecta el funcionamiento del Estado en el sentido de garantizar la seguridad de las personas, si no que trae con él un sin fin de repercusiones totalmente graves para la eficiencia de este. Las emociones no pueden acaparar el espectro político, porque de lo contrario se llevaría a una implosión del mismo Estado. Este fenómeno cada vez adquiere mayor fuerza en el país, desplazando el sentido ser de las instituciones y de la capacidad de acción de estas. 

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