Por Juan Camilo Bohorquez, consultor senior
El 4 de enero de 2004 un joven en la Universidad de Harvard lanzó lo que sería el cambio más significativo en la comunicación después del Internet. Cuatro años después, ya tenía una versión en español que conquistaría Latinoamérica. Facebook se adaptó a las legislaciones locales y penetró la geografía de toda América a un ritmo vertiginoso y nosotros le abrimos nuestras vidas con agrado y gran interés en conocer tan novedosa plataforma. Tras años de adquisiciones por parte de la compañía hoy podemos asegurar, sin miedo a equivocarnos, que no existe una persona que no conozca o haya usado un producto del conglomerado de Mark Zuckerberg, lo cual, si lopensamos bien, es una locura en un continente donde cientos de personas llegan a la adultez sin saber una segunda lengua, conocer bien sus derechos o tener acceso a servicios públicos.
Hace un par de días, este joven, convertido en uno de los hombres más ricos del planeta, nos anunció que su empresa cambia al nombre de Meta y nos introdujo el Metaverse, al mejor estilo de Marvel o DC Comics. Sin embargo, ya no estamos en 2008, cuando dejamos entrar a un extraño sin el mayor reparo y permitimos que nuestra forma de comunicarnos se basara en las redes sociales sin cuestionamiento. Hoy tanto empresas como personas buscan alternativas de manera constante que les brinden una mayor seguridad, los competidores de Zuckerberg muestran esto como su mayor diferencial y la sociedad cada día, después de varios escándalos, exige a los gobiernos actualizar las legislaciones. El Metaverse nos marcará y debemos aprender del pasado para tomar precauciones, sacar provecho como personas, como expertos, pero sobre todo evitar que se convierta en una pesadilla al mejor estilo de George Orwell.
Teniendo esto claro, ¿Qué viene para el mundo de la comunicación, lideres de opinión, empresas y gobiernos? Básicamente si ustedes conocen a un muchacho que se la pasaba jugando con avatares, creaba mundos en Minecraft, tenía redes de amigos en línea para construir mundos alternos y le parecía raro, usted será uno de ellos. Al mejor estilo de Snapchat usted tendrá su avatar y dará su localización para conocer el mundo, entregar su mensaje y comercializar sus productos a través de este universo. Aunque Mark no ha dejado claro cómo monetizará la plataforma, ha abierto un abanico de posibilidades con tokens no intercambiables y seguramente aplicará y potenciará el éxito del modelo de Facebook, en el cual por costo beneficio quienes trabajamos en comunicaciones sugerimos casi siempre pauta en redes sociales como una opción. Ya veremos con qué nos sale el algoritmo. Lo cierto es que a pesar de las crisis reputacionales Meta seguirá creciendo y, al parecer, no encontrará quien le haga frente respecto a la posición dominante que tiene hoy en la comunicación digital, su manejo y consecuencias para la salud mental.
En Colombia, al igual que en la primera etapa de Facebook, la implementación del Metauniverso se demorará un poco, sin embargo, hoy el poder de este conglomerado en la vida diaria de las personas ya es supremamente grande. Facebook logra llegar gratuitamente a muchos lugares del país, sin necesidad de datos en el servicio de telefonía celular y el Gobierno Nacional al momento de garantizar la conectividad en las zonas más alejadas de nuestra geografía se ha quedado supremamente corto y consecuencia de ello muchas personas no pueden ampliar la oferta digital y de contenidos. ¿Qué queda? Un par de opciones son la salida, como sujetos activos y ante un panorama de monopolio en la información, como empresas, consultores y personas debemos buscar alternativas. No vamos a dejar de usar Facebook, Instagram o WhatsApp, pero nuestras estrategias de gestión en comunicaciones deberían considerar todos los medios disponibles, lo que incluye, medios tradicionales, competidores de Meta, emisoras locales y comunitarias, televisión, revistas, libros, diarios, entre otros.
Sin embargo, lo más importante, sin duda alguna, es educar para no dejar entrar un extraño a nuestras vidas, de nuevo, sin el mayor reparo ,concientizar sobre el uso de las plataformas, evidenciar permanentemente los pros y los contras, pero sobre todo algo básico en democracia y como profesionales en ciencias sociales, mantener la capacidad crítica ante cualquier novedad que nos presenten, conocerla y sacar el mayor provecho posible de cara a una sociedad mejor.
La tarea queda marcada, seguir leyendo sobre redes sociales, hacer todo lo posible para que la información que llegue a las personas sea veraz y clara y exigir a los gobiernos mejores garantías para la conectividad en los territorios con el objetivo de permitir que todas las personas puedan escoger qué navegan en Internet, más allá de las redes sociales y próximamente su inmersión en un universo alterno de manera gratuita.